La FAD (Fundación de Ayuda contra la Drogadicción) parece que va a poner en marcha una campaña y una fase de diálogo social sobre el tema y el gobierno anuncia medidas para frenar el consumo de alcohol en menores. Mientras, tenemos datos contradictorios: todo parece indicar que los y las adolescentes consumen más que nunca (percepción social dixit) y también otros estudios (algunos propiciados por parte interesada, por cierto) dicen justamente lo contrario.
Aquí mi opinión, por si a alguien
le interesa.
No, con una ley no vamos a
arreglar nada. Yo bebía a los 14 años (hace 38), posiblemente tú, lector/a,
también lo hacías, y seguro que otros muchos no
probaron el alcohol a esa edad. No todos los y las adolescentes beben
hasta desfallecer.
Presumo que los motivos que
hicieron que yo probara el alcohol a tan temprana edad son los mismos por los que
lo hacen ahora: parecer mayor, las personas adultas lo hacen, me desinhibe, está
prohibido, tengo un mayor reconocimiento en el grupo, no desentono si en mi
pandilla todos beben y un sinfín más de argumentos que nos sería fácil
reconocer si no olvidáramos que también tuvimos 14 o 15 años.
Presumo que de ahí parten la
mayoría de nuestros errores: ver el tema como personas adultas y no como
quienes estuvimos en esa situación hace unos años.
No hace falta repetir mucho el
papel de la publicidad y los MM.CC. en este tipo de actuaciones y de perpetuar
los valores tradicionales. Tampoco el de la familia y su echarle la culpa a
todo lo que se mueve cuando su hijo o hija empieza a tener problemas
relacionados con el alcohol, y mucho menos quiero hablar de la obviedad que el
alcohol está presente en nuestras vidas, sobre todo en las celebraciones
familiares. Todo lo hacemos entorno al alcohol y queremos por arte de
bilbiricoque que chicos y chicas estén ajenos/as a todo eso.
Las medidas que tomamos es por su bien, nos decimos quienes estamos
trabajando con jóvenes desde distintas perspectivas. También lo sabemos: el
consumo abusivo de alcohol en estas edades incide en el desarrollo mental y
físico de la adolescencia y puede causar distintos problemas en personas
predispuestas. Pero los chicos y chicas no saben eso, no tienen por qué saberlo.
Yo no lo sabía a su edad.
A su edad se sienten inmortales y
no pueden conocer en toda su dimensión el concepto de salud que nosotros/as
manejamos. Por lo cual nos ven como unos/as hipócritas de los que no se pueden fiar.
Mientas, erre que erre. Al final van a tener razón: no entendemos nada. Se nos
olvidó en el camino.
Siempre me ha dado la sensación que las campañas institucionales que se
realizan parece que van dirigidas a padres y madres para que sientan que se
hace algo, pero en absoluto para adolescentes que deberían ser el público
diana.
He criticado a administraciones y
a la FAD en algunas ocasiones por intervenir sólo con campañas y normativas y
nunca hacerlo dotando de presupuestos decentes a quienes han de actuar de forma directa:
administraciones locales y organizaciones. Cuando leo declaraciones
institucionales, reuniones sectoriales y
anuncios varios no me creo nada hasta que no veo los presupuestos que se
van a destinar al tema. Es vergonzante que todo el mundo esté preocupado por
menores y alcohol y luego no encontrar ni una mísera partida presupuestaria
destinada específicamente a ello.
También tenemos que tener en
cuenta, a la hora de poner en marcha
acciones para reducir el consumo de alcohol en menores, que no le podemos decir a un chico o a una
chica de 16 o 17 años que trabajan en
prácticas un chorro de horas a la semana que no van a poder tomarse una cerveza. Para
trabajar, lo que haga falta, pero si tienes 17 años, agua y cocacolas. Pongámonos en su pellejo y convendremos que es difícilmente
explicable de forma razonada.
Las razones por las cuales lo que
hacemos apenas sirve para reducir el consumo abusivo las sabemos todos y todas.
Lo que parece que no nos ponemos de acuerdo es en qué hay que hacer para
incidir realmente en este tema que, según parece, nos preocupa tanto.
Pues como todo no va a ser
criticar, voy a intentar aportar.
La edad mínima para el
consumo.
Volver a poner la edad mínima
para el consumo a los 16 años. No, no se echen las manos a la cabeza. Si a esa
edad se puede trabajar, casarse y tener descendencia no sé por qué razón van a
tener que pedir permiso para tomarse una caña o una copa. Si quieres que sean
responsables sólo hace falta darles responsabilidad y sacas del limbo a dos
años de vida en los que todos son obligaciones y luego hay que esconderse para
tomar algo. Habrá quienes penséis que esto es un retroceso, simplemente opino
lo contrario: la coherencia nunca puede ser un retroceso.
La venta.
Todo el mundo en una localidad
sabe dónde se vende el alcohol a menores y las formas de hacerlo a través de
otros. Muy bien, a quien lo vende y a quien lo proporciona les multan de forma
inmisericorde. Si no lo hacen es una hipocresía más, de las muchas que los y
las adolescentes observan.
MM.CC. y publicidad.
No diré que se prohíba cualquier
tipo de publicidad o patrocinio sobre el alcohol en sus diversas manifestaciones y
subterfugios varios, no aspiro a tanto. Simplemente que se pueda crear un observatorio para intentar que los MM.CC y
publicistas, además de lanzar la imagen estereotipada de los y las jóvenes (de manual, vamos) también den
visibilidad a todas aquellas actuaciones que realizan los y las jóvenes a
diario y cada fin de semana, y ponerlas en valor. Aquí nos valdría una regla de
oro: por cada imagen y noticia de borracheras adolescentes, informar también
sobre sus iniciativas,
actuaciones, aprendizajes, labor asociativa….Si tanto importa a los MM.CC. la
salud juvenil, pueden empezar por aquí a demostrarlo ¡Ah! Y lo del deporte y alcohol es
realmente sangrante y mezquino.
Los sustos para los zombis.
Por favor, no asusten más a unos
padres y madres por lo general sin herramienta alguna para comprender el
fenómeno más allá de su lógico sentido de la protección. Estamos metiendo el
miedo en el cuerpo a unas familias superadas por este tema que incluso creen
que si su hija viene un día con los ojos rojos y con hambre ya es una
drogadicta a lo trainspotting. No contribuyan más al miedo. Con el miedo no se
puede razonar, ni dialogar y no hay nada que comprender. Es nuestro peor enemigo.
Ayer, sin ir más lejos, después de la rueda de prensa de la FAD para presentar
sus actuaciones, lo que más apareció en la prensa fue el titular: “500.000
jóvenes se han emborrachado en el último mes”. Para llorar. El Sr. Calderón (Director
General de la FAD) dijo también cosas interesantes pero de esas no sacaron
nada.
Ni una campaña más.
Vamos a estar un tiempo sin hacer
campañas, por favor. Las que se hacen dirigidas a los y las adolescentes les
gusta mucho a padres, madres y políticos, también a muchos profesionales, pero
les puedo asegurar que a un chico de 15 años le dura lo mismo en su memoria que
un anuncio de gel de baño. Prueben otro método (no tienen nada que perder) que
consistiría en que cada Comunidad Autónoma (lo ideal sería cada Ayuntamiento)
organice talleres dirigidos a jóvenes con facilitadores/as de reconocida
experiencia, tanto con jóvenes como con el trabajo preventivo y en riesgos
(expertos para esto, no gracias), en
donde se forme a grupos de jóvenes
interesados/as sobre el tema, de forma libre y coherente. Tras ello, ese grupo
(con asesoramiento de publicistas, educadores y lo que ellos/as quieran)
diseñarán la campaña para su territorio y dirán por qué medios se distribuye. A
lo mejor se llevan una sorpresa y no hay que invertir en publicidad ni un duro.
Esto ya se hizo a pequeña escala en dos municipios en la Región de Murcia en
2009 (cuando todavía había dinero para estas cosas) y con resultados
fantásticos. Si no creen que sea posible, me avisan y se lo organizo todo en un
trimestre (cobrando, claro).
Programas de ocio alternativo.
Tuvieron su boom a finales de los
noventa y principios de los dos mil pero, salvo alguna honrosa excepción que
sigue funcionando desde el principio, se han convertido en una oferta de
consumo de ocio sin más objetivos. Algunos parecen la programación de un
gimnasio y eso de hacer actividades nocturnas no, que cansa mucho.
Desde hace tiempo parece que
el debate en muchos Ayuntamientos es si botellódromo sí o no, pero no creo que sea la
cuestión más importante. Puede que reduzca algún riesgo pero también puede
producir otros. No creo que sea buena idea hacer actividades en los lugares
donde beben los y las jóvenes, es caer en el mismo error de siempre. Sí creo
que en las horas de salida durante los fines de semana de los y las adolescentes,
han de disponer de una buena oferta de actividades de todo tipo para que puedan acudir a ellas y descubrir aquello que más les guste para que podamos ir incorporándolos/as a la organización de esas
actividades de forma estable (tomar parte, participación, en definitiva). Para
eso, sólo se necesitan buenos equipos de animadores/as que sepan qué objetivos
tenemos con el programa ¿Van a dejar de beber? No, ya lo adelanto, pero sí
pueden incorporar poco a poco otras prácticas en su vida que supongan un cambio
en sus hábitos los fines de semana.
El garrafón.
Si tanto nos preocupa la salud de
los y las adolescentes deberían de vigilar este aspecto ya que al precio que
chicos y chicas pueden pagar están bebiendo auténtica bazofia. Si el alcohol es
nocivo para su salud, ese alcohol barato que beben es un problema aun más grave.
La Comisión.
Si van a formar Ustedes una
Comisión y que todos los sectores opinen
sobre el tema para ver qué hacemos, dejen las de expertos y representantes
políticos para el final, o para la próxima campaña. En este país hay profesionales estupendos que
están al pie del cañón todos los días, y saben, saben mucho. Organizaciones que
trabajan de forma diaria con adolescentes en sus múltiples tipologías y que
pueden aportar mucho sobre llevar la
teoría a la práctica. Les puedo facilitar una lista completa de personas y entidades
a las que pueden recurrir. Y, claro, luego háganles caso, si no sus propuestas
engrosarán la papelera de buenas ideas surgidas en comisiones, congresos y
seminarios.
Actuar.
Ya tenemos datos para hartarnos,
teoría, declaraciones y buenas intenciones. Muy bien. Llegó la hora de actuar.
Para ello, primero vamos a respetar y apoyar lo que decida esa Comisión y a
través de un organismo (debería ser el INJUVE, pero tengo mis dudas ya que está
muy ocupado inscribiendo a jóvenes en Garantía Juvenil como sea) que coordine
la actuación diseñada en todos los territorios. Con un trabajo coordinado y
evaluado de forma continua y adaptado a cada Comunidad, con profesionales organizando la planificación y
con la incorporación de jóvenes y organizaciones en el diseño y ejecución de
las actuaciones concretas a realizar en cada territorio.
Ah, y claro, falta el
presupuesto. Sin inversión no hay paraíso.
¿Cuánto vale para la administración
pública la salud de sus adolescentes? Este es un buen momento para demostrarlo:
que nuestra preocupación vaya en sintonía con los recursos que asignamos al problema.
La hipocresía, aunque estemos
empeñados en utilizarla, nunca ha sido una herramienta educativa.
En definitiva: aprovechar lo que sabemos y el trabajo que vienen realizando profesionales y entidades, coordinar y planificar, incorporar a los y las jóvenes a todos los procesos, proponer ocio alternativo con objetivos claros, ser coherentes, desechar la hipocresía, actuar para cambiar la imagen estereotipada de los y las jóvenes y dar valor a las buenas experiencias que existen y, sobre todo, dotar de un presupuesto digno a las acciones que programemos.
En definitiva: aprovechar lo que sabemos y el trabajo que vienen realizando profesionales y entidades, coordinar y planificar, incorporar a los y las jóvenes a todos los procesos, proponer ocio alternativo con objetivos claros, ser coherentes, desechar la hipocresía, actuar para cambiar la imagen estereotipada de los y las jóvenes y dar valor a las buenas experiencias que existen y, sobre todo, dotar de un presupuesto digno a las acciones que programemos.
Acabo. Como siempre escribo al
tirón y me dejo muchos temas en el aire,
espero que los pongáis vosotros y vosotras. Con propiciar algo de debate ya me
doy por contento.
Me ha gustado el post pero en este país jamás se podrá hacer nada con sentido común por el miedo de los políticos a que mamá y papá se escandalicen. Un tema del que no se puede hablar abiertamente si no quieres llevarte alguna ostia.
ResponderEliminarPues tienes razón, el miedo y sobre todo a que tus hijos tengan problemas te colapsa la razón. Es difícil pero hay que seguir intentándolo. Gracias por pasarte por aquí.
EliminarNo tengo yo muy claro que el garrafón sea un problema real. Por lo demás, un post fabuloso.
ResponderEliminarGracias José por tu comentario y por la parte que me toca. Efectivamente lo del garrafón tiene su miga. Es como lo de los aviones "espantanubes" que por mi tierra tiene mucho predicamento. Pero un día, un distribuidor me explicó lo del garrafón y es alcohol con menor calidad, todo aparentemente bien y con las etiquetas de hacienda falsas. No es cosa de alambiques, es industrial y mientras que a algunos bares la botella de JB le sale a 14 a otros les sale a 9. He oído en alguna ocasión a un distribuidor decir ¿que la quieres de 15 o de 9? Gracias por tu opinión y espero que sigas haciéndolo en este blog.
EliminarEste post es la madre del cordero. Sin ir más lejos, divagaba en mi cuenta de Snapchat acerca de la idoneidad de las prohibiciones de sustancias al hilo de ver a unos chavales pintando una pared con graffitis de manera legal y correcta. Vivimos en el mundo en el que las campañas se dirigen para los padres, las instituciones y la medallita de rigor. Y sí, todos, absolutamente todos los que consumen alcohol de manera regular, o extraordinaria, en su adultez, han comenzado de jóvenes.
ResponderEliminarPrueben a hacer esta comparativa: ustedes, con 40 años, piden un vino y comienzan a degustarlo y a lanzar notas de cata. Y son guays. Y la mesa les mira con admiración o envidia. Trasladen eso a la juventud y verán que los comportamientos no son muy diferentes.
Por cerrar esto, y no dejar un ladrillo, pongo mi espada a favor de la creación de campañas paridas por los jóvenes, que son los consumidores reales de las mismas y, se supone, que ha de ser para quienes se han de realizar. Y no caigamos en 'esta campaña molará a los jóvenes. A mí, si fuera joven, me gustaría' No, tú, político o gestor intermedio YA NO eres joven. Y ser joven ahora no es lo mismo que serlo en los 90 ni cuando el cambio al euro.
Gracias por este blog.
Gracias a ti, José María por leer los post y enriquecerlos con tus comentarios. Esta es la razón principal de este blog.
EliminarSaludos.